Las pasadas elecciones del 7 de junio al Parlamento Europeo no prefiguran el futuro electoral de nuestro país y de Europa pero, dada la derrota sufrida ante la derecha, es importante hacer una reflexión y debate sobre las políticas de futuro a desarrollar. Conviene partir de la paradoja que significa que la derecha europea gane las elecciones en plena crisis global provocada por el neoliberalismo económico y el neoconservadurismo político y, sin embargo, los partidos socialistas y socialdemócratas europeos no hayan conseguido levantar en las urnas una propuesta alternativa de cambio. A ello debemos añadir, con profunda preocupación, el alto grado de desafección que hemos corroborado en las pasadas elecciones.
A continuación señalamos algunos puntos para el debate:
1. Ha quedado patente la necesidad de reforzar el proyecto común del Partido Socialista Europeo (PSE.). Aunque existía un Manifiesto Común que se presentó al electorado, no fue lo suficientemente convincente para la ciudadanía. Un manifiesto común también implica presentar un candidato común a la presidencia de la Comisión Europea y, asimismo, impulsar una coordinación coherente de las propuestas integrales en el ámbito europeo. También la posición negativa del PSOE y de los eurodiputados socialistas españoles sobre el informe Auken relativo al impacto de la urbanización especulativa, así como el voto afirmativo a la Directiva de Retorno, ayudaron a confundir a una parte de nuestro electorado. La coordinación efectiva de las políticas socialistas es lo que puede permitir que el PSE. sea percibido como algo más que una confederación de partidos socialistas nacionales. Dicho de otro modo, para ser convincentes no es suficiente tener convicciones, es necesario, además, ser coherentes.
2. El hecho de la pluralidad de la izquierda en Europa debe obligar al PSE. a replantear su estrategia sobre la base de la necesidad de conjugar esa pluralidad política y social. Los resultados obtenidos por fuerzas de la izquierda política y ecologistas distintas de las agrupadas en el PSE. (en Francia, Alemania, Holanda, Dinamarca, etc.) obligan a buscar una colaboración eficaz entre todas ellas para hacer frente a las derechas, hoy por hoy hegemónicas en el seno de la U.E. La socialdemocracia y el socialismo europeo sigue siendo la fuerza principal de la izquierda, pero obviamente no la única. Su alcance en el futuro dependerá de cómo se plantee su función en el marco de la izquierda plural europea existente.
3. Un renovado proyecto de la izquierda europea debe profundizar más en las propuestas y contenidos de la Europa social. Siendo necesario, un proyecto socialista no puede quedarse sólo en la promoción y defensa de los derechos civiles y de género, sino que además ha de estar siempre involucrado en la potenciación y defensa de los derechos sociales y económicos de la ciudadanía y en particular de los trabajadores.
4. El peligro que corre la democracia es que tenga como máximo valor el de “todo vale igual”, “todos son iguales”. Con ello, la política estaría dando pábulo al nihilismo, al escepticismo, al abstencionismo. Por esta razón la democracia, también tenemos que enraizarla en el ámbito de los fines. La democracia, en su germen, tiene una fuerza o potencialidad implícita: que el demos sea dueño de su poder, es decir, que el pueblo sea verdaderamente soberano de su condición humana.
5. Desde los partidos socialistas y socialdemócratas europeos ha de proseguirse la crítica a las políticas neoliberales que han socavado al Estado de bienestar, con especial atención a las intenciones privatizadoras en sanidad, educación o pensiones a través de las cuales el neoliberalismo trata de perpetuarse incluso en medio de la crisis que él mismo ha provocado. Se hace frente a la ideología neoliberal insistiendo en que la supuesta despolitización de la economía que la derecha preconiza, no significa otra cosa que mantener la acumulación de la riqueza en pocas manos incrementando las injusticias y desequilibrios sociales. Hay que actualizar los nuevos desafíos abordando con criterios de inclusión las políticas migratorias, avanzando hacia relaciones comerciales y económicas con los países de emigración que ayuden a la creación de riqueza y formación en los países de origen; o afrontando retos nuevos como es la consecución y desarrollo del cuarto pilar del Estado de bienestar.
6. Para que el socialismo siga siendo motor de cambio y transformación tiene que pasar a la ofensiva en lo relativo a nuevos derechos y conquistas sociales: responsabilidad social corporativa, participación de los trabajadores en las decisiones económicas, potenciación del accionariado asalariado, protección de consumidores y usuarios, acceso a los servicios públicos de calidad, etc.
7. Frente a las recurrentes propuestas de cuño neoliberal sobre la reforma laboral, moderación salarial y abaratamiento de los despidos, la izquierda en general y los socialistas en particular han de hacer valer todas sus razones en torno al diálogo social, mantenimiento del empleo, necesidad de un nuevo modelo productivo y de crecimiento, innovación, formación y redistribución de la riqueza como claves para la salida a la actual crisis económica.
8. El socialismo se juega su credibilidad en el efectivo énfasis que ponga en la necesaria, real y eficaz regulación del sistema financiero y en la decidida erradicación de los paraísos fiscales. Hay que combatir la crisis con medidas económicas urgentes para mitigar su impacto en la ciudadanía y crear las bases para establecer un nuevo paradigma de producción y reparto de riqueza.
9. La coherencia del proyecto socialista requiere formular y ejecutar una buena propuesta de economía sostenible, en el doble sentido de sostenibilidad social y sostenibilidad medioambiental. El horizonte es establecer un nuevo modelo de desarrollo cualitativo basado en el uso racional de recursos, innovación, educación y solidaridad. La idea de economía sostenible es la que ha de inspirar también la cooperación internacional para el desarrollo.
Estamos ante un momento histórico en que el discurso, la acción y la puesta en práctica de los valores socialistas y de izquierda son necesarios y tienen pleno sentido. Hagamos posible, entre todos, que la convicción ética y política socialista se imponga y que triunfen los ideales más nobles de la humanidad.
CORRIENTE DE OPINION IZQUIERDA SOCIALISTA-PSOE
A continuación señalamos algunos puntos para el debate:
1. Ha quedado patente la necesidad de reforzar el proyecto común del Partido Socialista Europeo (PSE.). Aunque existía un Manifiesto Común que se presentó al electorado, no fue lo suficientemente convincente para la ciudadanía. Un manifiesto común también implica presentar un candidato común a la presidencia de la Comisión Europea y, asimismo, impulsar una coordinación coherente de las propuestas integrales en el ámbito europeo. También la posición negativa del PSOE y de los eurodiputados socialistas españoles sobre el informe Auken relativo al impacto de la urbanización especulativa, así como el voto afirmativo a la Directiva de Retorno, ayudaron a confundir a una parte de nuestro electorado. La coordinación efectiva de las políticas socialistas es lo que puede permitir que el PSE. sea percibido como algo más que una confederación de partidos socialistas nacionales. Dicho de otro modo, para ser convincentes no es suficiente tener convicciones, es necesario, además, ser coherentes.
2. El hecho de la pluralidad de la izquierda en Europa debe obligar al PSE. a replantear su estrategia sobre la base de la necesidad de conjugar esa pluralidad política y social. Los resultados obtenidos por fuerzas de la izquierda política y ecologistas distintas de las agrupadas en el PSE. (en Francia, Alemania, Holanda, Dinamarca, etc.) obligan a buscar una colaboración eficaz entre todas ellas para hacer frente a las derechas, hoy por hoy hegemónicas en el seno de la U.E. La socialdemocracia y el socialismo europeo sigue siendo la fuerza principal de la izquierda, pero obviamente no la única. Su alcance en el futuro dependerá de cómo se plantee su función en el marco de la izquierda plural europea existente.
3. Un renovado proyecto de la izquierda europea debe profundizar más en las propuestas y contenidos de la Europa social. Siendo necesario, un proyecto socialista no puede quedarse sólo en la promoción y defensa de los derechos civiles y de género, sino que además ha de estar siempre involucrado en la potenciación y defensa de los derechos sociales y económicos de la ciudadanía y en particular de los trabajadores.
4. El peligro que corre la democracia es que tenga como máximo valor el de “todo vale igual”, “todos son iguales”. Con ello, la política estaría dando pábulo al nihilismo, al escepticismo, al abstencionismo. Por esta razón la democracia, también tenemos que enraizarla en el ámbito de los fines. La democracia, en su germen, tiene una fuerza o potencialidad implícita: que el demos sea dueño de su poder, es decir, que el pueblo sea verdaderamente soberano de su condición humana.
5. Desde los partidos socialistas y socialdemócratas europeos ha de proseguirse la crítica a las políticas neoliberales que han socavado al Estado de bienestar, con especial atención a las intenciones privatizadoras en sanidad, educación o pensiones a través de las cuales el neoliberalismo trata de perpetuarse incluso en medio de la crisis que él mismo ha provocado. Se hace frente a la ideología neoliberal insistiendo en que la supuesta despolitización de la economía que la derecha preconiza, no significa otra cosa que mantener la acumulación de la riqueza en pocas manos incrementando las injusticias y desequilibrios sociales. Hay que actualizar los nuevos desafíos abordando con criterios de inclusión las políticas migratorias, avanzando hacia relaciones comerciales y económicas con los países de emigración que ayuden a la creación de riqueza y formación en los países de origen; o afrontando retos nuevos como es la consecución y desarrollo del cuarto pilar del Estado de bienestar.
6. Para que el socialismo siga siendo motor de cambio y transformación tiene que pasar a la ofensiva en lo relativo a nuevos derechos y conquistas sociales: responsabilidad social corporativa, participación de los trabajadores en las decisiones económicas, potenciación del accionariado asalariado, protección de consumidores y usuarios, acceso a los servicios públicos de calidad, etc.
7. Frente a las recurrentes propuestas de cuño neoliberal sobre la reforma laboral, moderación salarial y abaratamiento de los despidos, la izquierda en general y los socialistas en particular han de hacer valer todas sus razones en torno al diálogo social, mantenimiento del empleo, necesidad de un nuevo modelo productivo y de crecimiento, innovación, formación y redistribución de la riqueza como claves para la salida a la actual crisis económica.
8. El socialismo se juega su credibilidad en el efectivo énfasis que ponga en la necesaria, real y eficaz regulación del sistema financiero y en la decidida erradicación de los paraísos fiscales. Hay que combatir la crisis con medidas económicas urgentes para mitigar su impacto en la ciudadanía y crear las bases para establecer un nuevo paradigma de producción y reparto de riqueza.
9. La coherencia del proyecto socialista requiere formular y ejecutar una buena propuesta de economía sostenible, en el doble sentido de sostenibilidad social y sostenibilidad medioambiental. El horizonte es establecer un nuevo modelo de desarrollo cualitativo basado en el uso racional de recursos, innovación, educación y solidaridad. La idea de economía sostenible es la que ha de inspirar también la cooperación internacional para el desarrollo.
Estamos ante un momento histórico en que el discurso, la acción y la puesta en práctica de los valores socialistas y de izquierda son necesarios y tienen pleno sentido. Hagamos posible, entre todos, que la convicción ética y política socialista se imponga y que triunfen los ideales más nobles de la humanidad.
CORRIENTE DE OPINION IZQUIERDA SOCIALISTA-PSOE
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